Mi Bella Durmiente
- joseclaude2021
- May 27
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Desde siempre quise ver a mi mamá desnuda, fue mi pasión y mi obsesión. Cuando cumplí la mayoría de edad a diferencia de muchos otros muchachos que buscaban abrir sus alas, levantar vuelo, descubrir la libertad y explorar el mundo, yo preferí quedarme casa y seguir siendo el hijo consentido de mamá.
Sentí su predilección y aquella sobreprotección me hizo un muchacho tímido, frágil y de alguna manera ingenuo. Mamá me hacía sentir único y especial, me protegía de todas aquellas mujeres viciosas y enfermas de deseo y lujuria perversa.
Recuerdo a Francisca, en ese entonces de unos 24 años que llegó a trabajar en casa, para el servicio doméstico con cama dentro, como se solicitaba en aquel entonces; es decir que viviría con nosotros. Desde su llegada note una extraña tensión en el ambiente, esos ojos pícaros, esa sonrisa y su manera de hablar tan peculiar, con ese acento tan único de la gente proveniente de la selva de mi pais.
Siempre estaba allí cuando se le necesitaba y también cuando no; me daba cada sorpresa cuando aparecía súbitamente en mi habitación, trayendo alguna ropa recién planchada y lista para guardar en mi armario. -Hace calor hoy-, decía, -aquí el verano es diferente al verano de mi pueblo-, yo no podía dejar de ver sus curvas, aunque no muy pronunciadas eran sutiles pero muy provocadores, con su presencia percibía algo entre mis piernas, algo que nunca antes había sentido.
-Alfredito dime quebe estudias-, me preguntaba con una pícara sonrisa, le respondía nerviosamente, diciéndole que acababa de ingresar a la facultad de medicina, mientras ella se acercaba más y más.
Cogía mi mano y me decía que tenía mucho picor en una parte de su cuerpo, quería saber que medicación podría usar mientras acercaba mi mano a su entrepierna, con mucha habilidad dirigía mi mano por debajo de su de su falda y por dentro de su ropa interior dejando sentir una mata de pelo que se hacia resbaladiza y pegajosa, podía sentir un aroma intenso y penetrante mientras me acercaba a un orificio mucho más húmedo y algo pegajoso que al parecer le generaba placer y a mi, me endurecia la verga como nunca antes me había pasado.
De pronto aparecía mi madre para apagar bruscamente este fuego que iba en incremento, Francisca rápidamente se apartaba de mi, dejándome solo y con muchas ganas , dejándome como regalo el olor de ese glorioso agujero y matorral de pelo rizado que ya despertaba mi deseo.
Pero este fuego no sólo incendiada mi nobel miembro viril sino también al de mi padre; fue una sorpresa cuando una mañana muy temprano no pude encontrar a Francisca, al parecer mi madre se había encargado de despedirla ya que las frecuentes incursiones de mi padre a su dormitorio se habían hecho incesantes.
Me sentí frustrado y algo enfadado pero con el paso de unos días me fui acostumbrando a la idea de no tenerla cerca. Una tarde regrese mas temprano de la universidad, habían cancelado un par de clases y yo había olvidado mis llaves, se supone que no habría nadie en casa así que decidí tratar de ingresar por el jardín.
Escalé un pequeño muro , salte y ya estaba dentro de casa; reconocí el carro de mi tío, el hermano menor de mi madre dentro del garaje, me pareció extraño pero no eran infrecuentes sus visitas; cuando me disponía a encender la televisión pude escuchar unos ruidos que venían del segundo piso, de la habitación de mis padres, subí muy despacio, ahora los ruidos se hacían más intensos y claros de entender.
-Méteme tu pinga como antes, ufff que rico, parteme la concha-, era la voz de mi madre, pude notar que la puerta estaba entreabierta y alcance a verla en su cama, estaba en cuatro con la piernas abiertas y sus caderas se hacían más anchas aún, más exquisitas, meneandose intensamente como perra en celo.
Se me hacia difícil alcanzar a ver a la persona con quien ella estaba, de pronto se movió se desenganchó de esa pinga, se puso boca arriba y abrió la piernas gritando, - comete la concha de tu hermana-, de pronto el campo visual mejoró y reconoci a mi tío Juan, era su hermano menor quien le estaba chupando la concha, ella gritaba y se retorcía cuando de pronto un grito intenso y un chorro acuoso que se se disparo hacia arriba de la cabeza de mi tío pudieron decirme que mi madre se había venido, y que tenía un fuerte orgasmo.
Fue una sorpresa que durante todo este tiempo, durante todo este espectáculo yo había tenido mi mano acariciando frenéticamente mi pinga, masturbandome y había terminado justo cuando mi madre nos había regalado ese chorro de placer.
Pasaron los días y no me pude quitar esa imagen la mente, los recuerdos regresaban una y otra vez a ese momento de morbo, lujuria y perversión, no podía evitarlo era algo necesario en mi.
Un día que necesitaba dinero para ir a comprar unas cosas a la librería, entre en la habitación de mis padres y encontré a mi madre dormida haciendo la siesta, tenía puesta una falda holgada cómoda y confortable de color negro, se me acurrio acercarme para poder apreciar mejor su cuerpo, su enorme culo se remarcaba; mi mente nuevamente me llevaba a ese momento de mi madre en cuatro patas dando y recibiendo placer a su hermano, llena de morbo y perversión, entonces sentí que quería ver más, lo necesitaba.
Me acerque a la cama lleno de emoción, ansiedad; sentía que tenía el corazón en la boca, mi madre estaba acostada boca abajo, lo primero que hice fue tocar tímidamente el culaso de mi madre, lo sentía inmenso, grandioso, pero quería más. Poco a poco me anime a subirle un poco la falda veía como se aproximaban unas gruesas piernotas, pensé que era suficiente pero quería más, seguí levantando la falda hasta ver esos enormes glúteos, la tanguita de mi madre se perdía en esas enormes montañas de carne, sentía un impulso irrefrenable y entonces acerque mi rostro a unos milímetros de su culo sintiendo su aroma de hembra , pero quería más.
Acerque mis labios a una de sus nalgas y sentí la necesidad de sacar la lengua y suavemente sentir el sabor salado de sus piel , era algo indescriptible, delicioso , morboso; de pronto sentía que mi madre se movía, me tire al suelo tratando de ocultarme; podía escuchar los crujidos de la cama diciendo que mi madre cambiaba de posición.
Yo tenía miedo de mirar hacia arriba pero pasados unos minutos me anime y miré, parecía que todo estaba tranquilo y ella seguia durmiendo, me incorpore y confirme que mi madre se había movido y ahora estaba boca arriba, con la falda levantada dándome una perfecta visión de sus enormes muslos y de su entrepierna delante de de mi.
Veía los pelitos rebeldes que se asomaban y se liberaban por debajo de su tenga, un deseo incontrolable me obligo a acercarme y sentir muy de cerca el aroma a hembra madura, me acerque entonces a su concha a penas cubierta por esa delgada prenda, sentí un olor intenso penetrante que me provocó una intensa erección.
No podía controlar mis impulsos sentí que necesitaba más y con mucho cuidado empecé a bajar su calzón, pude notar una mancha blanquecina en la zona que recubría su concha, libre de ropa me acerque para constatar que esa mancha provenía de una extraña secreción mucosa blanquecina que emanaba de ese delicioso hueco recubierto por denso pelo ondulado, nuevamente me acerque para olfatear, para inspeccionar mejor y sentir ese fétido pero adictivo olor a concha madura, triunfadora de tantas guerras sexuales, era un olor más intenso y penetrante del que había sentido con Francisca.
Tímidamente saque mi lengua para degustarla, era adictivo, no podía dejar de saborear, de lamer esa delicia, el olor se hizo más intenso y los flujos más abundantes, sentía y sabía que mi pinga también quería disfrutar de esa delicia . Me acomode lo mejor que pude al lado de mi madre con la pinga parada que chorreaba moco viscoso, como macho en busca de su hueco de placer; de pronto se dió otro movimiento brusco de mi madre, esta vez se acomodo de lado dándome la espalda y gracias a que ella tenia el calzon abajo pude dar una mirada morbosa a su enorme culo, con una visión panorámica de aquella hendidura oscura , peluda y olorosa que me dejaba saber que era mi madre pero también una hembra caliente y deliciosa.
Desde esta posición podría tocar y acariciar mejor su culo y concha pero además también podría rozar su sexo con la cabeza de mi pinga, un roce es lo que necesitaba en ese preciso momento.
De pronto estaba a su lado con la cabeza de mi pinga bien lubricada con aquel líquido filamentoso chorreante en la puerta de entrada de la concha de mi madre, sentía su intensa humedad y el calor de su hueco pero además ese intenso olor a cuca, que inundaba la habitación.
Sentía como la puntita de mi palo erecto e inflamado ya disfrutaba con la cosita de mamá; entonces ella levantó bruscamente su culo dejándolo mas empinado, al parecer tenía una pesadilla lo que hizo que mi pinga entre casi en su totalidad al sexo de mi progenitora.
No lo podía creer, estaba dentro de mi madre, inconscientemente empecé a moverme en un vaivén único de placer, sentía que ella también se movía en armonía con mis movimientos, ambos en un frenesí intenso, bruscamente sentí que se desenganchaba de mí pinga para girar hacia mi y decirme…….
Continuará….


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